BOB DYLAN REVISITED


El pasado sábado (24 de marzo de 2018) tuvimos la suerte de presenciar el recital que el anciano premio Nobel de literatura, Dylan (77 años) tuvo a bien otorgar a los pasmados oyentes del auditorio Sánchez Paraíso en la ciudad de Salamanca, que entre otros eventos culturales, de este modo multitudinario celebró el ochocientos aniversario de su renombrada Universidad.
El "multiusos" se llenó hasta la bandera y eso que multitud de entradas fueron vendidas en alguna web -no sé si muy ortodoxa- a precios desorbitados, pues como ya va siendo habitual, al poco de iniciarse la venta electrónica habían desaparecido las entradas de precio oficial.
La fotografía de la cabecera está hecha antes del comienzo del evento, pues tras su anuncio por los altavoces hubo un estricto control para evitar que el espectáculo fuera registrado con cualquier máquina o aparato al uso.
El comienzo, teóricamente previsto para las 10 de la noche, en la práctica dio comienzo a las 10 en punto de la noche, o sease con una puntualidad religiosa o si quieren taurina.
Conocidos los conciertos fijos en Madrid y Barcelona de su infinito "Never ending tour" parece que quedaba una ligera posibilidad de incluir en su ruta otra afortunada ciudad.
Sabedora de ello, la organización de los fastos conmemorativos ya citados, aportó un currículo de la ciudad que gustó al divo y contribuyó a que diera el sí definitivo.
De vuelta al concierto, lo primero que llama la atención es un escenario minimalista al máximo, sin concesión alguna a la galería. Subido el invisible telón, Dylan y sus cinco acompañantes se presentan ya ubicados cada uno en su lugar, que prácticamente no abandonarán en toda la noche. El de Minnesota, tras un hermoso piano, apenas deja entrever una sonrisa mediado ya el evento.
Ni una sola palabra dirigió al público, ni en inglés ni en español. No dijo hola aquí estoy, ni buenas noches Salamanca, ni adiós, ni good bye. Solo y nada más que música.
Comenzó una carrera no interrumpida de canciones, una tras otra, sin sosiego ni para el aplauso, emulando a nuestro recordado velocista, ese que da nombre al auditorio.
Si hubiéramos preguntado a la concurrencia una vez finalizado el recital con qué tema comenzó apostaría cualquier cosa a que ni un diez por ciento hubiera acertado con el título, nada más y nada menos que el inolvidable "Things are changed". Es cosa habitual en Dylan, siempre cambiante, siempre versionando hasta sus propios temas. Le siguió ese mito del folk rock que es "It ain't me, babe" que sonó un pelín falto de ritmo y nos hizo recordar con nostalgia a la inconmensurable Joan Baez.
El intimismo se hizo dueño del auditorio con el tema que da título al que fuera su sexto álbum, de 1965, el primero en que se acompaña de una banda, del que suele interpretar varias canciones en sus recitales y que por ello deduzco que quizás sea su álbum más querido. Hablo naturalmente de "Highway 61 revisited" guiño a esa mítica carretera que nos transporta a la música sureña y nostálgico recuerdo al inolvidable Pessoa (venía por cierto de tocar en Lisboa dos días antes). No puedo por menos de dejar caer para los desmemoriados que el citado álbum se inicia con la indefinible "Lake a rolling stone" que en esta ocasión no fue interpretada.
De su "Honest With me", siendome imposible olvidar su condición de Nobel de Literatura, me limitaré a citar la primera estrofa:

Well, I'm stranded in the city
that never sleeps
Some of these women
they just give me the creeps
I'm avoidin' the Southside the best I can
These memories I got
They can strangle a man

Muy lejos el vendaval de agua-nieve de la noche de autos de esa estampa sureña de 2001 que es "Summer day". Contundente fue la versión de la impresionante "Don't think twice, it's all right" que siempre nos hace volver al Johnny Cash de 1965. En "Pay in blood" de 2012 ofrece un lirismo sombrío. Sin embargo siempre que oigo ese tema de amor que es "Spirit on the water" del álbum de estudio de 2006 "Modern Times" me parece ver a un solitario jinete cabalgando por la llanura sin horizonte del medio oeste; tema por cierto, una parte pequeña de la letra, tildada por algunos de plagio.
La versión de "Thunder on the mountain" da un salto enorme, supera las reminiscencias de Chuck Berry, y nos deja un aire de rock auténtico y trascendente. Es uno de los temas que más mpactaron en el público.
Entrando ya en la parte final, volvemos a los orígenes de Dylan, que nos trae esa "Desolation Row" que nos recuerda a nuestro Sabina, que en honor a su ídolo dice:

En la fatua Nueva York
da más sombra que los limoneros
la estatua de la libertad.
Pero en Desolation Row
las sirenas de los petroleros
no dejan reír ni volar.

"Tangled Up In blue" es la canción que más nos recordó al cantautor de siempre, con esa voz inimitable, pero cada vez más difícil de reconocer en este hombre de ahora, que se tornó sentimental con el recuerdo de Sinatra a través del tema Wy Try To Change Me Now? finalizando con "Love Sick" con esa letra tan hermosa:
I'm walking,
Through streets that are dead
Walking,
Walking with you in my head
My feet are so tired
My brain is so wired
And the clouds are weeping
Did I,
Hear someone tell a lie
Did I,
Hear someone's distant cry

Quizás por la impaciencia del público, más bien porque le vino en gana, ofreció dos bises, encores,  o como se qiera llamar. El primero, otra versión de "Blowin in the Wind" casi pop y para finalizar de verdad, como no, otro temazo de "Highway 61 revisited", la tremenda "Ballad Of A Thin Man" con la que volvimos a la realidad, al presente.
Se encendieron las luces y el músico y su troupe se hundieron en la niebla.


Comentarios

Entradas populares de este blog

BERENJENAS A LA ANTIGUA

BACALAO AL AJO ARRIERO

ARROZ CON COSTILLA, LOMO Y LONGANIZA DE CERDO