Cesta y Puntos - Una charla sobre Historia de Talavera

CESTA Y PUNTOS

            Y una charla sobre historia de Talavera

"A Toñi. Casi todo se puede aprender"

- C.H. Lanchas

"Cesta y Puntos" fue un programa de televisión muy popular en la España franquista. Se trataba de un concurso de preguntas y respuestas con unas reglas inspiradas en el baloncesto. Los participantes eran alumnos de Bachillerato que representaban a sus colegios. Asumían las posiciones de delanteros, defensas y pívot. Había cronómetro, ataques, rebotes y preguntas dificilísimas. Por lo menos a mí me lo parecen. Podéis juzgarlo vosotros mismos en este vídeo de RTVE con la final de la temporada 1967/1968: 

https://www.rtve.es/alacarta/videos/programas-y-concursos-en-el-archivo-de-rtve/cesta-puntos-final-temporada-67-68/1685273/

Creo que ese mismo año fue en el que mi padre participó como integrante del equipo Maristas Champagnat de Salamanca. Si mal no recuerdo, mi padre me contó que superaron varias fases del torneo hasta que se cruzaron en un partido fratricida con otro equipo de Maristas (me parece que el de León).

El caso es que aquel programa era un ejemplo de meritocracia. Supongo que serían muchos los alumnos que, becados como mi padre, tuvieron la oportunidad de participar gracias a su esfuerzo y sacrificio. Los alumnos eran seleccionados de entre los mejores de cada centro. El programa suponía una gran ocasión para que el colegio de turno sacara pecho ante aquella España en blanco y negro. Además, había en juego suculentos premios para los colegios y sus bachilleres. Los participantes eran aplaudidos tanto por sus propios compañeros como por los rivales y los televidentes. ¡Hasta se inventaron canciones para animar el ambiente! Las cantaban entre pregunta y pregunta cuando un equipo acertaba. Mi padre nos contó que en el colegio cobró cierta fama por haber acertado una pregunta en un rebote que fue decisivo. La respuesta fue "pirolusita". Así que en el colegio los compañeros que no le conocían se referían a él como "el de la pirolusita".

¡Qué tiempos aquellos! Cuando se respetaba y admiraba al que sabía y no al revés. En fin, no me quiero meter en el erial de la política y el nivel educativo actual. 

Uno de los premios conseguidos en el concurso de "Cesta y Puntos": 

nuestra manoseadísima Enciclopedia Salvat 4.

Esta anécdota me permite recordar hoy dos rasgos muy característicos de mi padre: su prodigiosa memoria y su vastísima cultura.

Me encantaría acceder a una calculadora imaginaria que me dijera cuántos libros leyó mi padre a lo largo de su vida. Leía mucho y muy rápido. Casi siempre con un lápiz en la mano (costumbre que yo he heredado). Retenía tanto las grandes ideas como montones de detalles minuciosos: nombres completos, fechas, lugares, chascarrillos...  asimismo, tenía una gran capacidad de relacionar lo que iba leyendo. Le encantaba la definición de cultura como el poso que quedaba después de haber olvidado todo.

Estos dones unidos a su curiosidad natural hacían que leyera libros de todo tipo de materias y géneros: poesía, filosofía, religión, novela negra, ciencia, musicología, teatro clásico... también prensa deportiva (madridista de corazón), suplementos dominicales e incluso cómics.

Es más, se sentía cómodo hablando de innumerables temas. Su vena de pedagogo le llevó a explicarnos y ayudarnos a mi hermana y a mí con cuantas preguntas le hicimos a lo largo de nuestros estudios. Daba igual que se tratara de un problema de matemáticas, un trabajo de derecho natural o un programa de estadística. Siempre tenía una respuesta o se ponía a buscarla.



Premio al "Mejor Bachiller" del curso 1966-67.


Durante los años en que Rosa estuvo opositando al cuerpo de Letrados del Consejo de Estado tuvo la generosidad de comprar, estudiar y resumir decenas de libros de historia y teoría política. Esa oposición es la más difícil de entre las que puede escoger un estudiante de Derecho. Incluía un ejercicio donde  el opositor debía escribir durante seis horas sobre temas como (cito textualmente): 

"41. El tradicionalismo.- Burke.- De Maistre y De Bonald.- Donoso Cortés"

"50. El sociologismo jurídico, el institucionalismo y el realismo jurídico.- Tendencias contemporáneas de la Filosofía del Derecho".

En fin, una durísima prueba a la que mi padre no dudó en aportar su ayuda. Para mayor asombro, el temario completo de aquella convocatoria puede consultarse aquí: 

https://www.boe.es/boe/dias/2008/10/15/pdfs/A41409-41418.pdf

Sus conocimientos eran tan amplios que un compañero del hospital se refirió a él una vez como "el Britannica". Aquella maravillosa enciclopedia de los tiempos de papel previos a la Wikipedia. Por cierto, nosotros la teníamos en casa y la guardábamos en un sitio que desde pequeño me pareció mágico y misterioso: detrás del espejo del cuarto de estar.

Las preguntas de historia eran una constante en "Cesta y Puntos". De esas mi padre no fallaba ni una. Siempre nos contaba las intrigas de reyes y validos, las batallas y demás conspiraciones de la forma más expansiva y entretenida. Le encantaban los entresijos del devenir. 

Esa pasión por la historia contribuyó a que a mí también me picara también el gusanillo. Yo quería ser arqueólogo. No obstante,  antes de seguir los pasos de Indiana Jones mi padre tuvo a bien presentarme a un amigo suyo que era archivero en Toledo. Eso, y profesor de Instituto. Me contó que casi nunca había dinero para excavaciones y que el oficio pasaba necesariamente por dar clases. Avisado de las perspectivas laborales empezó a cambiar mi concepto de lo que quería ser de mayor...

Como no podía ser de otra manera, el interés de mi padre por la historia también tenía tintes locales. Siempre quiso conocer e investigar el pasado de las tierras en las que pasó la mayor parte de su vida. De ahí ese interés tan acusado por la historia (e intrahistoria) de Talavera de la Reina. En particular, de su cerámica, sus gentes y sus oficios, las murallas y los sistemas de saneamiento y riego. Este último tema le acompañó durante toda su vida. Su propuesta de tesis doctoral tenía ese punto de conexión entre ambas disciplinas: historia y medicina. Un catedrático -el de Microbiología- quiso echarle el lazo para la universidad pero mi padre prefirió la cercanía de sus pacientes. Para eso había estudiado medicina. En cualquier caso, nunca abandonó su vena investigadora. Tanto entre los libros como sobre el terreno. Por ejemplo, con salidas al campo, cámara en ristre, en búsqueda de las pocas cambrijas que seguían en pie. Esas construcciones que han sido demolidas en gran parte por la ignorancia.


Fue un gran aficionado de la Revista Cuaderna del Colectivo de Investigación Histórica Arrabal; de los estudios de Fernando Jiménez de Gregorio; de los programas de historia de los canales National Geographic o Viajar. Merece una mención especial la afición de mis padres a los programas de viajes históricos en trenes del dandy Michael Portillo.

También publicó algunos artículos en La Voz del Tajo, El mundo de la comarca de Talavera y otros medios y revistas locales. Asistió junto a mi madre a muchísimas conferencias. Participó en coloquios -algunos en la Galería Cerdán sobre la que ya he escrito con mucho cariño-. En resumen, se zambulló en la historia reciente y pasada de la ciudad que le acogió.

Estos recuerdos ligados a la historia me permiten dar contexto a la charla que transcribo a continuación. Fue pronunciada por mi padre en la Iglesia de Santiago Apóstol (una joya de la arquitectura mudéjar-medieval que siempre emocionó a mi padre).  No se la fecha pero parece que el acto se organizó con motivo del aniversario del Hospital Virgen del Prado. Al leerla vi claramente ciertos intereses recurrentes en la vida de mi padre: oficios, cambrijas, las tensiones Iglesia-Monarquía, etc. También se nota su vertiente literaria ya que aprovechó para incluir un relato histórico de su propia cosecha.

Para mi fue un placer volver a leerla. Fue como si escuchara de nuevo la voz de mi padre. Enseñándome, una vez más, tantas cosas... 

Historia de Talavera de la Reina

Pretender por mi parte una sucinta historia de Talavera, por pequeña que fuera, sería una temeridad. No me alcanza la pluma y menos el verbo más que unas pequeñas pinceladas sobre el devenir histórico de esta villa.

Pretendo los próximos minutos un recorrido por la historia de la villa hasta la adquisición del título de ciudad en las postrimerías del siglo XIX.

Para esta empresa de relatarles el acontecer histórico talaverano me apoyaré preferentemente en preclaros historiadores que sobre esto han escrito, como Juan de Mariana, Fidel Fita, Francisco de Soto, Ildefonso Fernández Sánchez, Cosme Gómez Tejada de los Reyes, J. Jiménez de Castro, Andrés de Torrejón, Fernando Jiménez de Gregorio, María del Carmen González Muñoz, y tantos otros.

Fragmento de la biblioteca de mis padres compuesto principalmente por libros 

sobre Historia de Talavera y su comarca.

Talavera, en palabras de don Fernando Jiménez de Gregorio tiene su motivo y principio en tres pilares fundamentales: el río, el puente y la feriaSin ellos no sería lo que es ni la historia le hubiera deparado cuánto le deparó.

El tajo es la vida de la ciudad. Riega los campos y protege la villa, las condes de enemigos. Portiña y Albalaladiel, arroyos que en el mueren, delinean el contorno urbano.

Las primeras culturas dejaron en sus márgenes las primeras huellas del hecho histórico talaverano. Hombres del neolítico, con sus cerámicas, vasos campaniforme, megalitos, hollaron esta tierra hace 4000 años. Cultura de los berracos. Cultura ganadera de pueblos vettones de raíz ibérica, pero mezclados con celtas galaicos y con turdetanos del Sur. Raíces celtas que han quedado para siempre en los exvotos encontrados aquí, dedicados a divinidades locales. Ebura, Elbora, Talábara son los supuestos nombres otorgados a esta tierra.

Fueron pueblos también guerreros, unidos todos -íberos, celtas, ligures- contra el invasor de lengua latina. Los moradores de estos pagos participaron en las Guerras Lusitanas, entre el 147 y el 139 antes de C. Los bellos riscos de la Sierra de San Vicente citados por los historiadores romanos con el nombre de montaña de Venus, son testigos de las mismas. Viriato, caudillo por excelencia, aglutina las fuerzas mal llamadas bárbaras contra el enemigo común. Se suceden las contiendas, hasta que victoriosos los romanos, la villa llamada Cesaróbriga queda incluida en la Hispania Ulterior. En el 27 antes de C. Agripa, general de Octavio, establece en Mérida la capital de la Lusitania, siendo incluida nuestra tierra en esta provincia romana.

Durante el reinado de Vespasiano, entre el 69 y 79 de la era cristiana, se le otorga a la villa el derecho latino así como el carácter de municipio

De la romanidad de Talavera han quedado innumerables vestigios: Aras sepulcrales dedicadas a los dioses manes, a las ninfas, a Júpiter. El puente romano sobre el Tajo solo es un recuerdo, quedando algún pilar del mismo. Del supuesto templo dedicado a la diosa Ceres no hay vestigios.

Perduran algunos topónimos de la época hispano-romana como Cotanillo, Honrubia, Montalba, Pompajuela, Pópulo, Portacho, Portiña, Saucedo, Sauco  o Torrejón.

El 409 pueblos indoeuropeos invaden la península ibérica. Se establece el reino visigodoLeovigildo hace a Toledo capital, y Talavera se ve inmersa en las mareas que ocasionan los dos puntos de atracción: Toledo y Mérida.

Son pueblos dedicados a la agricultura, recibiendo dos tercios de las tierras disponibles, ya fueran del estado o de los terratenientes, en aplicación del Código de Eurico.

En Talavera o sus cercanías aparece un nuevo lugar de interés, la villa de Aquis (entre aguas). Esta villa se cita en el XII Concilio de Toledo, al quejarse el metropolitano de Mérida de habérsele obligado a nombrar un obispo sufragáneo en la susodicha villa de Aquis, bajo las vocación de San Pimenio.

Escasos restos han aparecido del dominio visigodo. Se supone que una basílica sesentón lugar entre las puertas de Toledo y del Sol. 

En el 711 la invasión viene por el sur. Pueblos árabes ocupan estas tierras. El nombre de la población cambia, llamándose ahora Talavayra, derivado de la vieja Talábara céltica.

La villa es fortificada en tiempos de Al-Hakam I. Con Mohamed I se repobla la zona y empieza a tener importancia el alfoz. Tras unos años de paz, en los albores del siglo X vuelve la dinámica de las armas en la palabra del santón Ibn-al-Quitt, que predica la guerra santa, forma un ejército con toledanos y talaveranos, se fortifica en la ciudad de Vascos y guerrea, hasta que muere en el verano de 901.

Es Talavera avanzadilla mora en la frontera con los cristianos: de aquí partían las razias, al igual que hasta aquí llegaban los enbites de reyes leoneses combativos como Ordoño segundo o Ramiro II. 

Sin duda en los primeros tiempos del dominio musulmán siguió Talavera perteneciendo a la provincia de Mérida, hasta que retirados los bereberes de las fronteras del Duero, quedó la frontera en las márgenes del Tajo. Se independiza de Mérida y Toledo, adquiriendo relevancia propia, teniendo judicatura durante el califato de Córdoba, ciudad con la que está bien comunicada. Baste recordar que una de las puertas de la muralla del recinto Califal se llama Bab Talavira.

Abderramán III manda construir una Alcazaba para residencia del cadí. Esta alcazaba preside un recinto amurallado sólido, con magníficas torres albarranas (toros y torres constituirán el escudo de la ciudad). La muerte de Almanzor en el 1002 acarreará con el tiempo la descomposición y caída del califato, constituyéndose en los aledaños de Talavera dos reinos o Taifas independientes en Toledo y Badajoz.

Aunque sus gentes tornan en vasallos de Fernando I mediante pactos, huyendo del poderío de la Taifa de Zaragoza, es Alfonso VI el que conquista definitivamente la ciudad el 9 de noviembre de 1083, con ayuda de los mozárabes de su interior, que recibieron como premio alcalde propio para su gobierno.

De la Talavera del siglo XI tenemos una descripción interesante del geógrafo El-Edrisí: “Es una gran villa sobre el Tajo, con un castillo bien fortificado, rica en productos, extensa y bella. Los bazares son dignos de verse y las casas aparecen bien dispuestas. Gran número de molinos se extienden sobre las orillas del río, es capital de una provincia importante, rodeada de campos fértiles. Los barrios hermosos y antiguos; se encuentran en ellos monumentos de remota antigüedad".

Transcurren 100 años, hasta la Batalla de las Navas de Tolosa, con continuas luchas en la frontera del Tajo medio, siendo Talavera lugar de partida y diana al mismo tiempo de razias por ambas partes. 

Carece Talavera en este tiempo de Fuero propio, y se rige por el de Toledo, firmando varios vecinos de la Villa al pie del mismo como fórmula de acatamiento.

Alfonso VII asienta surreales en la villa con motivo de varias expediciones militares. Conocedor de las continuas luchas entre Ávila y Talavera dicta un Privilegio por el que fija las jurisdicciones de ambas. Se citan lugares como Arroyo de Salinas, Guadyerbas secas, Cerros de Carrascosa, Sierra de San Vicente, Valle de Lenguas, Los Finojos, Parajes de la Encinilla y Siete Carros.

A raíz de la conquista, la población tiene una procedencia múltiple. Por un lado están los antiguos residentes (mozárabes, mudéjares y judíos), por otro los nuevos conquistadores (castellanos, gallegos y francos).

La mozarabía debió ser numerosa, practicando el bilingüismo, con predominio del árabe en el S. XII, disminuyendo en la centuria posterior en beneficio de la nueva lengua romance. Los mozárabes se instalaron paulatinamente en el interior de la villa, mientras los castellanos pueblan los arrabales. Se hace ostensible una separación tanto económica como política de ambas comunidades: recuérdese que tenían dos alcaldes, uno para cada comunidad. 

La presencia arábiga permanece en Talavera y su tierra con innumerables nombres: Albaladiel (el camino), albarranas (torres exteriores al muro), Alberche (de los albérchigos), Arrabal (barrio), Jara (tierra inhóspita), Raña (llano cubierto de monte bajo), Alajuí (tierra del judío), Albuera (la laguna), Alcaudete (el manantial), Almofragüe (el desierto), Alloza (el almendral), Azután (torre del jefe), Gébalo (montaraz), Uso (turbio), y otras innumerables.

Finalizado el papel fronterizo, la villa cobra una posición preeminente en virtud de la situación en una encrucijada de caminos. El municipio Talaverano nutre sus arcas abundantemente con los peajes cobrados a ser suyo el único puente sobre el Tajo en muchas lenguas de distancia. 

Siendo arzobispo de Toledo Jiménez de Rada, en el año 1211, el vecindario pide que se cree en Santa María una Colegial. Se detalla que tendrá los cargos de Deán, Sochantre, Tesorero y doce Canónigos, que deberán pagar cada uno cinco maravedíes al arzobispado en la festividad de la Asunción en concepto de vasallaje. Uno de los de estos canónigos, Pascual de Talavera, llevó la cruz arzobispal en la batalla de las Navas de Tolosa. La dignidad de Sochantre se suprime y en su lugar se crea la de Arcipreste. 

Consecuencia de la victoria cristiana sobre los musulmanes, la villa y su alfoz ganan en seguridad, iniciándose un continuo y extenso movimiento repoblador en las tierras comprendidas entre los ríos Tajo y Guadiana. Alcanza el concejo talaverano una de sus más altas cotas en esta tarea. 

Los montes de la Jara, al amparo de brañas y brezos, son feudo propio para rufianes, ladrones y bandidos, que se enseñorea de los campos y caminos. El concejo talaverano, de acuerdo con los de Toledo y Ciudad Real, constituye la Santa Hermandad Vieja, que es bien recibida por Alfonso VIII, que le concede privilegios en 1214, año postrero de su reinado. El corto reinado de Enrique I se inician una relativa paz y tranquilidad. 

Talavera torna ser lugar de realengo a cambio de Talamanca, que pasa al arzobispado. 

En el reinado de Fernando III, el Santo, la hermandad recibe nuevos privilegios. Avanzando en el tiempo, estamos en el reinado de Alfonso X, quien dispone que todos los talaveranos se sometan a un solo alcalde, que aplicará el Fuero Juzgo a los mozárabes y la Ley de Partidas a los castellanos

Acude el rey a Roma para gestionar la corona de Alemania, vacante, que pudiera corresponderle como descendiente de la antigua casa de Suabia. Queda como regente de Castilla su primogénito Fernando de la Cerda, que muere en Villa-Real en 1275. Este Infante, casado con Blanca, hija de San Luis, rey de Francia, dejados hijos, que pudieran ser los legítimos sucesores de la corona de Castilla. Sin embargo el segundo hijo del rey, Sancho, se autoproclama sucesor, siendo desheredado por Alfonso X.

Estas disputas llevan en 1283 a destrucción del arrabal por las huestes de Sancho, al apoyar los talaveranos de ascendencia castellana Alfonso X. El padre Juan de Mariana recoge en su historia lo que sigue. "Hasta cuatrocientos de los más nobles fueron ajusticiados y descuartizados públicamente en la puerta que es de aquel tiempo comenzó el burgo a llamar Puerta de Cuartos". El propio historiador no encuentra otro respaldo que la tradición oral a este relato. De todas formas sabemos que la susodicha puerta se conocía como de Cuartos en documento fechado en 1142, es decir, 146 años antes del suceso. Sancho IV otorgar el perdón a los castellanos del arrabal, restituye sus propiedades y heredamientos. Firma un privilegio el 6 de marzo de 1290 por el que manda haya dos alcaldes, uno para la villa y otro para los arrabales, y que todo se sometan a las normas del código gótico del Fuero Juzgo de León, los de la villa en el recinto, junto a Santa María y los del exterior en el arrabal mayor de San Salvador. 

Hecho trascendente es el otorgamiento por el mismo rey el 27 de diciembre de 1294 de una feria anual y perpetua, que durará ocho días antes y ocho días después de San Andrés. Libra todo lo que se marque en ella del tributo de portazo. 

Volviendo a la Santa Hermandad, Fernando IV le otorga título de institución permanente.

Alfonso XI sigue la política de su padre, haciendo intervenir a los cuadrilleros en la Batalla del Río Salado, contra los benimerines, el 20 de octubre de 1340. Este rey contrajo matrimonio con su prima hermana María, hija del rey portugués Alfonso IV, en 1318. Concede el Señorío de Talavera a su esposa como regalo de boda. Desde entonces la villa pasa a llamarse Talavera de la ReinaVisitan los Reyes la ciudad y la eximen de tributos durante 11 años, ante la algarabía de sus pobladores. La vinculación a su reina dura hasta 1357 en que la desdichada reina huye a Portugal, donde se envenenaba por su hermano Pedro I, muriendo en Évora el 18 de enero de este año. El rey castellano se había unido sentimentalmente a Leonor de Guzmán, con la que tuvo diez hijos. Moriría esta mujer en la alcazaba talaverana, en 1351, constituyendo este hecho motivo más de discordia entre el rey Pedro I, apodado el cruel, hijo legítimo de Alfonso XI, y los hermanastros, hijos de la asesinaba Leonor de Guzmán. Pedro I concede abundantes privilegios a Guadalupe en detrimento de Talavera, desposeyendo a ésta de tierras y dehesas. Los talaveranos se vengarían otorgando a Enrique, hijo de Leonor de Guzmán, su apoyo en las luchas fratricidas que acabarán con la muerte de Pedro en Montiel y el ascenso a la corona castellana de Enrique II de Trastámara.

El estrato social era diverso por aquella época. La aljama judía se encontraba no lejos de Santa María, aunque posteriormente se derruyó y fue construida otra en el Arrabal Viejo. También la aljama mudéjar se encontraba intramuros, en la parroquia de Santa María, con una mezquita junto a la Plaza del Pan. 

Enrique II da el señor y a su mujer Juana Manuela, hija del escritor don Juan Manuel, nacida y muerta en Salamanca. En 1366 trueca el señorío con el arzobispo Gómez Manrique, pasando Talavera a la mitra y Alcaraz a la corona. Muerto este arzobispo le sucede Pedro Tenorio Duque de origen talaverano, que manda construir el monasterio de Santa Catalina. 

A Enrique le sucede Juan I y Enrique III, monarcas de corto reinado. 

Juan II permanece en el trono 48 años. Durante su reinado se establece la Hermandad de los Treinta Hidalgos de Talavera, para hacer frente a los abusos de los caballeros talaveranos dirigidos por Pedro Suárez de Toledo, señor de Gálvez. La decadencia es evidente en este tiempo. Se asocia la corruptela pública: los cargos se adquieren y heredan como una mercancía. 

Se acerca el Renacimiento y Talavera vive el reinado de Enrique IV. Es tiempo de convivencia de las tres culturas: cristiana, musulmana y judía.

Iglesia de Santiago Apóstol en Talavera de la Reina


Veamos un pequeño relato ficticio de cómo podía ser el transcurrir de un día en la villa, usando las palabras de la época, oficios y lugares comunes.


Marchaba el sobrellaves a abrir la cancela de la puerta del Sol, por el alba, cuando ya los mozos esperaban impacientes para partir a empanar los campos, media lengua afuera de la villa, que luego darían el trigo así que entraran los primeros calores. Un arriero, al poco de salir, torció por la vereda que marcha a los pejugales allende el pajar de Vergara; otro, más remiso en el andar, era un esportillero que caminaba tras el borrico de cansino trote; iba por la miel de las colmenas de la Salinas, a treintadós azumbres por cada viaje. Encontrose a medio camino un buhonero en dirección a Talavera, que era día de feriar, y no se pagaba derecho de asadura ni portazo, ni tampoco alcabala del viento o cosa alguna. Hecháronse según con Dios como saludo, al par que cada cual seguía su ruta. 

Estaba la plaza del Pan de bote en bote. Frente a Santa María, casi a la puerta de la mezquita, se habían instalado varias mujeres ofreciendo estambres de lana purísima, de las merinas que pasan en la dehesa del común, aquella que está camino de las Cambrijas, y que ha muchos años llamaban del Caballo.

A su lado un botero daba los últimos toques a unos pellejos de vino, atentamente observado por varios mozalbetes de poca talla y escurridizas carnes, alguno con ojeras aún de los empellones de las tercianas del verano anterior. Y mientras, por la plaza paseábase con porte suntuoso y marcial a la vez el señor corregidor, casi llevado en andas por una pléyade de alcaides, alguaciles, canónigos y gentes de toda condición. Paróse frente a la iglesia mayor a tomar un refresco de aloja que al instante le ofreció el botiller. En esas estaba cuando llamó su atención la discusión que traían una señora entrada en carnes, faltriquera negra, pañuelo grana a la cabeza, y un enjuto baratillero, en torno a los maravedíes que costaba una capa de estameña parda, gastada por el tiempo y el uso, pues estaba repobladas con múltiples parches de otras telas. Terció uno de los alcaides para que la cosa no fuera más, apaciguándose los ánimos de los litigantes. 

Al poco tocó la campana gorda de Santa María. Era al mediodía, y algunos de los feriantes encaminaron sus pasos a los figones de la calle de los Mesones, a la entrada de la plaza del Comercio. Había por la Corredera multitud de puestos de venta de pieles de diversa catadura; uno ofrecía cordobanes de macho cabrío, mientras otros tenían las badanas de carnero a la vista, extendidas por el suelo. Andaban estos enteros predicando sus batanes a voz en grito, intentando atraer la atención de los viandantes. 

Pero en la alhóndiga aún quedaba trabajo para rato. Los campesinos de la Orbiga y de Pompajuelo habían traído las cargas de trigo en carreta tiradas por enormes bueyes, dejando sus alhoríes vacíos de panes. Como aquí las tierras son de año y vez anda la gente espabilada para conseguir buen precio sus faenas, que además había costado lo suyo este verano ahechar el trigo con los cedazos, pues ni aire habían tenido con que aventarlo. Estaba el almotazén comprobando que era correcta una medida de almud de un mozárabe, aquella que los castellanos viejos llaman celemín, y es la doceava parte de una fanega de cereal. Un carretero colocaba la carga de trigo candeal para la atahona del arrabal viejo, viejo molino como el propio arrabal, movido por un mulo, que hacía la molienda a las gentes de poca tierra. Otros carreteros andaban en semejante oficio acarreando los panes a la aceña que orillas del Tajo tienen los frailes jerónimos.

Hay en el arrabal, cercanía de los judíos, un alfolí, donde se almacena la sal que se consume en el alfoz. Algunos toreros andaban en apuntes de la sal extraída de almacén para vender en sus tiendas; en eso que llegó el alcalde, un tal Eugenio Iniesta, pretendiendo imponer un arbitrio de ocho maravedíes por arroba. Resistiéndose los tolderos, poniendo especial empeño el apoderado Gumiel, que tenía el mote por fuer ser natural de la villa de semejante nombre. Como viese que la cosa tornaba a mayores, mandó Iniesta un alguacil a por el alcalde de alzada, para que dirimiera el entuerto. Presentose al pronto éste, que atendía por el nombre de Juan de Toledo, y como preguntará el motivo de la discusión díjole presto Gudiel que por San Andrés no se paga alcabala por los negocios, ni tan siquiera que fuesen de sal. Dijo el de alzada: siendo como es la sal un bien del que cuida la corona adentro ha de atenderse al pago, pues cosa de realengo no se ve libre de ello. El tal Gudiel, viendo que se le robaba de semejante guisa en nombre de Su Majestad torno a llamar a entrambos alcaldes truhanes y judíos, y aún más, herejes. Achantáronse los alcaides ante la algarabía que se andaba formando, así que cogieron Olivares abajo y se metieron por la Puerta de la Miel arriba, hasta donde la calle tuerce y se ven las Benitas, un lugar que llaman puerta de Mérida, donde tiene la casa en alcucero, que es persona de sano juicio y bien moldear los barros.

Escapa del día al otro lado del puente, en el despoblado que hay en el camino del Cerro Negro, desde donde se avista la fábrica de Santa María, con su esbelto porte, y la no menos agraciada de Santa Catalina, donde los frailes Jerónimos andan, cuando ya terminaba la feria del ganado. Aún quedaban en el erial unos borros merinos, alguna erala destemplada y un utrero que se negaba a aceptar el nuevo dueño. El albéitar andaba a la cura de un caballo malherido cuando el sol acababa de ponerse trasierra por el aire del poniente.


Con el inicio de la Edad Moderna alcanza Talavera uno de los momentos cumbres de su historia. Sus hijos ocupan lugares preeminentes en la iglesia, milicia, diplomacia y artes. Son los tiempos de Peñalosa, Hernán duque de estrada, Rodrigo Maldonado, Gabriel Alonso de Herrera, Bernardino de Meneses, Hernando de Talavera, Juan de Meneses, Diego López de Ayala y tantos otros.

A la muerte de Enrique IV, Talavera toma partido por Juana la Beltraneja. Los Reyes Católicos despojan al arzobispo de Toledo de Toledo del señorío y lo incorporan a la corona, aunque por poco tiempo, pues el 23 de enero de 1480 torna a la mitra toledana.

El Cardenal Cisneros manda construir una ermita, contigua a la cárcel de la Hermandad, dedicada a Roque Amador, que luego daría nombre a la cárcel misma.

Estos últimos años del siglo XV son críticos para los judíos: primero se traslada la aljama a los arrabales y posteriormente se les expulsa definitivamente. 

El pueblo entero se acoge a su virgen del Prado con motivo de una epidemia habida en 1507. Como agradecimiento a ello honran a su patrona con una serie de actos, mezcla de antiguos ritos paganos y cristianos, bajo el nombre de fiestas de las Mondas. El 1 de abril de 1515 el pueblo entero jura las nuevas ordenanzas en la iglesia de Santa María. Estas fiestas tienen procedencia romana, pero es en la fecha señalada cuando cobran su mayor relieve, habiendo se revitalizado en los últimos años.

Reina ya Carlos I y Talavera es fiel al mismo en su contienda con las comunidades. En estos años es Alcalde Mayor que el bachiller Fernando de Rojas, fallecido en 1541.

León X en bula de 26 de enero de 1514 manda establecer obispados en Talavera de la Reina y Madrid, pero desde Toledo se boicotea esta decisión: hecho frecuente antaño y hogaño que ha dado al traste con múltiples posibilidades que pudieran haber hecho de Talavera ciudad de mayor empaque y poderío.

Estamos en el reinado de Felipe II. Se publica la versión latina de la historia de España de Juan de Mariana.

El dibujo más antiguo que se conserva de Talavera data de 1567; es obra de Van der Wyndaerge; se nos muestra una panorámica con tres recintos amurallados; el primero construido originariamente por los árabes en el siglo X, con gran aprovechamiento restos romanos; el segundo en la zona este, de los arrabales mayores, con la monumental puerta de Toledo; el tercero, la cerca que a finales del siglo XII se construyó razando los arrabales viejos, del que solo quedaban por aquel entonces unos restos y la importante Puerta de Cuartos que había sido ensanchaba en 1548 para recibir a arzobispo Carranza.

Se conservan las valiosísimas Relaciones de Felipe II, de 1576, que dan una idea completa de la comarca, vegetación, fauna, reparto de tierras, actividad agropecuaria e industrial, comunicaciones, vecindario, caserío, tributos y alcabalas. Dicen las relaciones: “Es tierra sana, pero la villa, ansí por estar en un valle como por ser cercada de río, cuya marea es dañosa y a ver cerca arroyos y fuentes y pozos en cada casa, no se tiene por sana, sino por caliente e humida.

La imposibilidad de conservar el imperio sin dinero lleva a Felipe II a obtener del papa Gregorio XIII una bula el 6 de abril de 1574, por la que se autoriza al rey “a desmembrar, quitar, apartar y vender perpetuamente cualquier villas... pertenecientes a cualquiera Iglesias Catedrales...” El pueblo de Talavera adquiere sus tierras ante Felipe II, cesando el señorío civil de los arzobispos, aunque el poder señorial de los mismos permanece hasta el 6 de agosto de 1811.

La vida de Talavera transcurre sin pena ni gloria con los austrias menores. En el plano eclesiástico finalizan las obras de la ermita del Prado en 1669.

La cerámica se convierte en actividad principal, aunque la entidad de esta industria y arte es de tal magnitud que sobrepasa los límites de esta charla. Baste decir que 1658 hay cuarenta y ocho hornos grandes y cuatro pequeños en la población, abasteciendo de cerámica al reino y sus posesiones de ultramar.

Se termina la Casa de Comedias, y a partir de esa fecha habrá representaciones teatrales en las fiestas.

La población se distribuye de manera que en el Arrabal Nuevo viven muchos hidalgos, hacendados, militares y mercaderes, en torno a la plaza del Comercio (plaza del Reloj), que es el centro de la población. En el Arrabal Viejo o Barrio de San Andrés viven los jornaleros y artesanos. En la Cañada Alfares residen los barreros y alfareros.

Vuelven las luchas dinásticas. Talavera toma partido por Felipe V. El rey se encuentra en nuestra villa el 8 de marzo de 1701, hospedándose en el palacio de Villatoya; en su honor se celebra una corrida de 12 toros, que toreo te va a la larga un tal Delgado.

Vuelven las luchas dinásticas. Talavera toma partido por Felipe V. El rey se encuentra en nuestra villa el 8 de marzo de 1701, hospedándose en el palacio de Villatoya; en su honor se celebra una corrida de 12 toros, que toreó de vara larga un tal Delgado.

Las guerras con Portugal traen consigo destrucción e inflación. Es 1709 un año de calamidades. Dato curioso: la docena de huevos se vende a quince reales, cuando su precio normal es de dos reales. 

El 9 de enero de 1729 pasa por Talavera de nuevo Felipe V, que se aloja en las casas de de los Manuel Cerdán, en la plaza del Pan.

Fernando VI tiene por ministro a Carvajal y Lancaster, ilustrado, que dota a Talavera de una fábrica de sedas, que se comienza en 1748 bajo de dirección de Juan Rullier. Hasta entonces la producción En rama la adquirían los contrabandistas de Ceclavín, que la pasaban a Portugal. La materia prima se recogía de Talavera y su alfoz y de la Vera de Plasencia. 

La Respuestas Generales del Catastro de Ensenada, de 1753, dan una idea fidedigna de la villa y su entorno. Así de las labores del campo se dice que “la tierra que hay en este término es la siguiente: regadío para hortaliza con agua de noria; secano para sembradura, viñas, olivos, moreras; un prado para grano; labranzas para pasto y labor; cercados para sembradura de verde y una alameda de álamos negros."

Referente a las diversas industrias y oficios: molinos de grano, hornos de teja, molinos de aceite, tenerías, calderas de jabón, tahonas, hornos de pan, colmeneros, tratantes en ganado vacuno, Tahonas, hornos de pan, Colmeneros, tratantes en ganado vacuno, equino, ovino, caprino y porcino, contadurías, escribanías, procuradores, notaría, alguacil, mesoneros, carniceros, dependientes de la Renta de Tabaco, administrador de la sal, del aguardiente, mercaderes de abastos, huhoneros, médicos (cinco), cirujanos (22), boticarios (3 legos y un eclesiástico), abogados, maestros de primeras letras (4), amanuenses, sacristanes (10), agrimensores, alfareros, sombreros, esparteros, boteros, plateros, tratantes de cacao y azúcar, cereros, pescaderos, tratantes en uva, criadores de seda (197), panaderos, pastelero, arrieros, guardas, matrona (1), pregonero, fontanero y otras artes mecánicas.

Firmada la paz entre España y Portugal en 1777, Carlos III invita su hermana viuda y reina de Portugal María Victoria, que pasa por Talavera el 2 de noviembre de dicho año, siendo agasajada, una vez más en las casas de Manuel Cerdán, al igual que a su regreso a Portugal el 29 de noviembre de 1778. La fundación por este monarca de la fábrica del Buen Retiro da al traste con la floreciente industria cerámica talaverana.

La revolución francesa de 1789 trae a nuestra villa, huyendo de la quema, a muchos clérigos franceses. Carlos IV se encuentra aquí en 1795, de paso para Badajoz.

El primer tercio del siglo XIX se ve acaparado por la invasión francesa y Guerra de la Independencia. Una batalla memorable ocurrió en esta ciudad el 27 y 28 de julio de 1809. Por un lado se encontraron las tropas aliadas inglesas y españolas al mando de Sir Arthur Weasley o Wellington y de Gregorio Cuesta, y por otro las francesas que dirigía el hermano de Napoleón José y el mariscal Víctor. Las primeras tomaron posesión del cerro Medellín por su valor estratégico y los invasores, que venían de Toledo, intentaron ocuparlo, librándose en sus alrededores, con el torrente de la Portiña como eje, una feroz contienda en la que perdieron la vida 7.268 franceses, 6.270 ingleses, 1.200 españoles y 1.407 de la Legión Alemana. 

Permanecieron los ejércitos aliados en Talavera hasta el 6 de agosto, retirándose a Extremadura, entrando la población los franceses arrasándola hasta límites insospechados. Téngase en cuenta que el pueblo hasta 1814 no se vió libre de la dominación bárbara.

Derogada por Carlos IV la Ley Salica, y no teniendo hijos varones Fernando VII, se avecina nueva contienda por la corona. De un lado los isabelinos que apoyaban a la hija del último rey, de otro los carlistas a favor del hermano de éste, Carlos. Murió Fernando VII el 29 de septiembre de 1833, quedando su esposa como regente, y alcanzándose de inmediato los carlistas. Como dato curioso cabe esta Car que fueron los realistas talaveranos los primeros en adaptarse y también en ser pasados por las armas. Ningún otro acontecimiento trajo a Talavera la guerra civil que acabará con el abrazo de Vergara entre Maroto y Espartero el 31 de agosto de 1839. 

El 23 de enero de 1868 se inician las obras para el abastecimiento de aguas de la ciudad que había sufrido severísimos desastres con motivo de la batalla referida; se decide este día por ser la festividad del santo del príncipe de Asturias. 

El 30 de abril de 1876 llega Talavera la primera locomotora. El 19 de junio visita al rey Alfonso XII la villa de Talavera. Como consecuencia de la misma expide un real decreto el 21 de septiembre por el que se le le concede a la villa el título de ciudad. Ciudad que había perdido su porte majestuoso de la Baja Edad Media y Renacimiento, con la destrucción de iglesias y conventos, fuentes y paseos con la guerra de la Independencia, así como el derribo de las puertas del Río (1860), de Toledo (1861) y Arco de San Pedro (1881); posteriormente sería derruida la Puerta de Cuartos (1907). 

No quisiera acabar esta sucinta historia del devenir Talaverano sin mencionar los hospitales que precedieron a este cuyo aniversario celebramos.

El Santo Hospital de la Misericordia, en la plaza del Pan (Municipal, Cruz Roja) se funda en 1475 por dote otorgada por el Bachiller Fernando Alfonso. Se conserva en el archivo de la Colegial el documento fundacional. 

El Hospital de la Caridad data de 1546; le deja su hacienda el doctor Luis Ramírez Arellano. Estaba ubicado En el callejón de la caridad. 

El de San Juan y Santa Lucía, que se dedicaban preferentemente a recoger pobres y peregrinos más que a curar enfermos, al igual que el de Santiago, en los arrabales, lugar hoy en decadencia absoluta, con el nombre de Cristo Santiaguito, que fue creado para redimir cautivos de los moros por donación de Alfonso Téllez Meneses. 

San Lázaro: como su nombre indica se dedicó a coger leprosos, aunque a partir de 1575 es ocupado por enfermos venéreos. San Bartolomé, San Sebastián y San Juan de Dios en lugares de acogida de indigentes. 

Hospitales de Nuestra Señora del Prado hubo dos antes del actual: el llamado de adentro, en la calle del Hospital, justo detrás de donde nos hallamos; y el denominado de afuera al lado norte de la plaza de toros, junto a la ermita. Fueron hospederías para peregrinos



Facsímil del Acta Fundacional del Hospital de La Misericordia, 1475

Comentarios

  1. Un placer leeros a los dos (padre e hijo) y conocer un poco más de vosotros y de esta ciudad mía. Dice mucho de alguien el hecho de querer profundizar tanto en la historia del lugar en el que vive. Cada vez que "me asomo" al blog me fascina más el saber y la cultura de su creador. Y que conste que he tenido que buscar qué es la pirolusita ;-). Enhorabuena por esta nueva entrada.

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  2. Un placer leeros a los dos (padre e hijo) y conocer un poco más de vosotros y de esta ciudad mía. Dice mucho de alguien el hecho de querer profundizar tanto en la historia del lugar en el que vive. Cada vez que "me asomo" al blog me fascina más el saber y la cultura de su creador. Y que conste que he tenido que buscar qué es la pirolusita ;-). Enhorabuena por esta nueva entrada.

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