La nostalgia escondida en las palabras

LA NOSTALGIA ESCONDIDA EN LAS PALABRAS

A mi madre, baluarte de mi padre



Siempre me ha maravillado la capacidad de evocación que tienen algunas palabrasNos traen el recuerdo de una persona, un paisaje, una experiencia. La propia infancia.

Escribo estas líneas aprovechando la tranquilidad de la noche. Mientras observo cómo una lluvia de verano cae sobre el mar en Alcocéber. Así que supongo que era inevitable que esa palabra acudiera a mi mente: mar. Una palabra que me recuerda a mis padres, mi hermana y nuestros veranos de infancia. También me recuerda cuando, ya adulto, mis padres venían a visitarnos a Valencia. Nada más bajar del coche mi padre preguntaba cuándo podríamos ir a ver el mar. Le surgía esa necesidad que me parece que es muy común entre las gentes de Castilla. Quería ver el mar y hasta que no  fuéramos a La Malvarrosa o a alguna otra playa cercana no paraba de insistir. Si encima la visita a La Malvarrosa incluía una comida en L´Estimat pues miel sobre hojuelas.

Qué curioso, ¿cómo alguien tan de tierra adentro me puede recordar tanto al mar?

Sucede también que, a veces, no es una palabra en sí misma la que produce el efecto en nuestra memoria. La evocación se activa por la forma de pronunciar la palabra. Por seguir con otro ejemplo de playas con toque gastronómico: mi padre siempre pronunció a su manera el nombre de Puçol, un pueblo cercano a Valencia. Dio igual que le dijéramos docenas de veces cómo debía pronunciarse. Yo no sé si ya lo hacía por gracia pero creo que nunca llegó a pronunciarlo como tocaba. A día de hoy, cuando voy conduciendo y veo un cartel en la carretera con el nombre de Puçol mentalmente lo pronuncio como lo decía mi padre. Hasta ahí ha calado esa evocación tan peculiar. 

Además, suelo sonreír cuando veo esos carteles pues recuerdo varias anécdotas. En Puçol solíamos ir a visitar a "El Turco". Un restaurante en el paseo marítimo donde sirven fabulosos platos valencianos. Todo estaba rico pero nuestros preferidos eran los arroces melosos y la sepia (también calamares) acompañada de pan tostado con tomate y alioli. En una de esas visitas nos pusimos morados de alioli. El exceso nos dejó tocados a padre e hijo y acabamos durmiendo una siesta en la playa. Era otoño. Hacía frío y muchísima humedad así que ambos nos pusimos malos. Pero yo creo que los dos pensamos: "mereció la pena".

También hay expresiones que unen en mi recuerdo a mi madre con mi padre. Por ejemplo, ciertas expresiones con las que mi padre halagaba la sabiduría culinaria de mi madre. Supongo que la mayor parte de los hijos dicen que nadie cocina como su madre. Pero es que en mi caso es así, incontestable. Mi padre, apasionado de los fogones, siempre andaba detrás de mi madre para aprender, observar, deleitarse. Esa pasión la trasladó a este blog que nació como una suerte de bitácora de sesiones de cocina.

Muchos sabéis que mi madre es capaz de preparar las exquisiteces más elevadas. Pero también demuestra su arte en los platos más cotidianos: unas croquetas, unas bolitas de carne, una tortilla de patatas (clásicos de mi casa). En principio, son platos que casi cualquiera podría preparar pero nadie lo hace como mi madre.  Mi padre pensaba igual. Alabábamos lo mucho que nos gustaban esos platos y comentábamos que parecían sencillos de preparar pero que, como en casa, en ningún sitio. Por ello, mi padre siempre le decía a mi madre que su ingrediente mágico era "la gloria de tus manos". Para mí esa expresión siempre estará ligada a ese sentimiento de admiración, gratitud y amor. 



Como veis, muchas de esas palabras me recuerdan la faceta de mi padre como disfrutón. Sí, como una persona que se comía la vida a manos llenas. Entre otros placeres, le encantaba disfrutar de la gastronomía. Una buena comida, bien regada y con la mejor compañía. Ese era uno de los terrenos preferidos de mi padre.

En ese terreno encuentro palabras tremendamente sencillas pero que en mí tienen una potente evocación: bacalao, bravía, compango... esta última me produce una mayor resonancia si va referida a su nieta: la "niña del compango". Me cuesta expresar con palabras ciertas emociones de lo cotidiano.

Asimismo, una de las palabras que más me recuerdan a él es vermú. Escrito así. Nada de vermut, ni mucho menos vermouth. Esa palabra me evoca de forma inmediata a los aperitivos de los domingos. A ese paseíto después de salir de misa y antes de comer que acababa en algún bar. Yo aprendí a beber vermú gracias a mis padres. Qué delicioso aprendizaje. Además, si a ese aprendizaje se sumaba otra de las palabras fetiche de los domingos la experiencia no podía ser más gratificante: revolconas. Efectivamente, una palabra tan sencilla como esa a mí me traslada a las mañanas de  aperitivo de domingo en Talavera. A la enseñanza de la vida bien vivida.

También hay expresiones que, en vez de palabras concretas, tengo asociadas a mi padre. Una expresión que utilizaba a menudo era: "coger el toro por los cuernos". Se unían en esa expresión su forma de afrontar la vida y sus orígenes charros.

De forma similar, me contaba Rosa hace unos días que una expresión que ella tiene asociada a mi padre es: "¡dale duro!". Le trae a la memoria sus largos años de oposición, los días eternos luchando contra el temario. Mi padre, siempre que hablaba con ella, le animaba y le espetaba ese: "¡dale duro!"

Por otra parte, hay ciertas palabras que, según la persona, pueden tener un significado profundo o recuerdos muy distintos. Hay palabras que podrían parecer anodinas pero que, sin embargo, para otros pueden traernos un recuerdo muy vivo e intenso de experiencias, sensaciones o personas. Ya he escrito sobre mis recuerdos de muchos juegos de infancia alrededor de la palabra colchoneta (http://decomeryleer.blogspot.com/2021/08/palabras-para-papa.html)

Tan sencilla y tan profunda. La palabra como puente hacia esa evocación. Como camino que te lleva a lugares anclados en la memoria, en la nostalgia. Estas son solo unas pocas palabras. En mi cabeza perduran tantas otras que me recuerdan inevitablemente a mi padre, a mi madre o a tantas experiencias por lo general felices. 

Colchoneta

En Alcocéber, a 25 de agosto de 2021




Comentarios

  1. Precioso Pablo y preciosa forma de recordar a los que amamos por sus singularidades cotidianas. No dejes der escribir y plasmar tus recuerdos y "nostalgias". El poder de las palabras es impresionante y más cuando se escribe desde el amor. Eres un artista (de tal palo ...). Un fuerte abrazo amigo.

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