LA BIBLIA DE NEÓN. John Kennedy O'toole


Quizás el nombre de este autor poco conocido en España no os diga nada. Es uno de esos autores malditos, de culto, que levantan pasiones a su paso. Su gran obra, La conjura de los necios es de sobra conocida, llegando a alcanzar el prestigioso premio Pulitzer en 1981. 

No voy a glosar aquí las aventuras y desventuras de aquel tipo singular, Ignatius J. Reilly, paradigma del personaje inadaptado, extraño a su entorno y su tiempo, Ahora toca hablar de la otra gran obra de este escritor de vida extraña y penosa, reflejada en esas dos obras de lectura indispensable.
Parece que todo quisque que dedica unas palabras a este autor se zambulle irremediablemente en su vida. Yo no voy a ser original y comenzaré dejando unas pinceladas sobre esa vida caótica y atormentada del bueno de John Kennedy O´Toole. 

Este hombre nacido en 1937  en Nueva Orleans era llamado por el diminutivo Ken (de Kennedy) por todos, menos por su madre que siempre se refirió a él, incluso muchos años después de su muerte suicida, como "mi tesoro". Parece que fue un buen estudiante, graduándose en la Universidad de Tulane, realizando posteriormente un master en lengua inglesa en Columbia.  Tras este periplo estuvo un año como profesor asistente de inglés en la Universidad de Lafayette, en Luisiana. Su intento de doctorarse en Columbia se vio truncado por la llamada a filas, sirviendo en el ejército estadounidense durante dos años, dedicados a enseñar inglés en Puerto Rico a los reclutas de origen hispano, y parece que también a escribir su gran obra, La conjura de los necios. 
El regreso a Nueva Orleans fue el comienzo del fin. Vivió con sus padres -el padre enfermo, la madre dominadora- en un ambiente claustrofóbico que finalmente lo llevó a la locura al sentirse rechazado y tras un peregrinaje en busca de una editorial que publicara su libro. 

John Kennedy O´Toole

Finalmente se suicidó el 26 de marzo de 1969 con dióxido en carbono de su automóvil, y aunque dejó una nota sobre su suicidio, la madre la rompió en cuanto la hubo leído. Se especula con la homosexualidad como causa definitiva de su sentimiento de incomprensión. Tenía 31 años.
W. Kenneth Holditch, en la introducción a La biblia de neón de la edición de Anagrama cuenta  cómo la madre encuentra el manuscrito de La conjura de los necios y al igual que hiciera su hijo años atrás, va en busca de alguien que publique la obra. Finalmente encuentra a un estudioso que al ver a la angustiada madre decide leer el manuscrito y se encuentra con una obra excepcional, que sería publicada por la Universidad de Louisiana, alcanzando un éxito arrollador.
La madre del autor con La conjura de los necios en su mano

Pero no acaba ahí esta historia novelesca, ni mucho menos. Años más tarde la madre encuentra otro manuscrito, éste de cuando el autor tenía la tierna edad de 16 años, y de nuevo se sorprende ante la magnitud de la obra. Pero mira por donde según las leyes de su estado, los derechos de autor debían ser compartidos con la familia del padre del autor y a eso se negaba esta sorprendente mujer. Murió en la negación de que la obra fuera editada, pero un juez dictó sentencia y por fin en 1987 la obra quedó libre para su edición. 
Y después de este preámbulo excesivo llega lo bueno: la obra. ¿Qué es La Biblia de neón? En realidad se trata de una historia más o menos lineal de la vida y sentimientos de un niño, David, en un pueblecito del profundo sur estadounidense, que nos cuenta la historia mientras huye en tren tan lejos como le alcance el dinero que lleva en el bolsillo. 
La familia de David sufre un enorme deterioro en su situación económica por falta de trabajo del padre y va cayendo en la escala social hasta casi el basurero, la escoria del pueblo, pero e aquí que llega a su vida la tía Mae, que es una especie de cantante o artista de bajo pelo, vieja y fracasada, pero de vestir estrambótico y escandaloso para aquel beatífico pueblo sureño dominado por el predicador y la jarca de personajes que lo rodean. Hasta tal punto cae en la miseria la familia, que no tienen ni para pagar la cuta de la iglesia, y eso son palabras mayores. 
David vive en una casa de la colina con los pies de barro y que se hunde poco a poco cada vez que llegan las lluvias. Pero desde allí tiene unas vistas magníficas, sobre todo de la casa del predicador, con la biblia de neón encendida para publicitar sus discursos. 
El chaval es feliz en compañía de la tía Mae, pero con su padre no se entiende para nada, terminando por desaparecer de su vida cuando parte hacia Italia embarcado en los acontecimientos de la guerra. 
David tiene un cuerpo aparentemente frágil, pero su fortaleza y tenacidad son interiores, y va forjando poco a poco su personalidad. Se enamora y sufre un auténtico shock del que malamente se recupera. 
Un momento crucial en el libro y en la vida del pueblo es la llegada desde Memphis del "espectáculo" del predicador evangelista Bobbie Lee Taylor. Con su actuación la gente canta, llora, describe sus pasiones y se convierte a la vista de un público expectante y enloquecido. Pero cuando el gran Bobbie levanta su tienda y su parafernalia, el pueblo queda de nuevo bajo los designios del predicador de siempre, el que controla sus vidas. 
Ante la ausencia de muchos hombres, que están en la guerra, las mujeres, con la tía Mae a la cabeza, decide organizar una fiesta en la fábrica de hélices para aviones militares instalada en el pueblo. Aquello constituye un auténtico éxito, y sobre todo una sorpresa, pues la buena de la tía Mae decide cantar junto a la orquesta que ha llegado al pueblo a amenizar el baile. Todos quedan atónitos ante su voz. Pero este es el comienzo del fin. La madre de David entra poco a poco en la locura y la degradación física absoluta. Mae se hecha novio y abandona el pueblo en busca del éxito que antaño no tuvo. Y es aquí donde la historia acelera el ritmo, que debiene frenético, hasta un final por descubrir con el narrador, David, alejándose en el tren mientras cuenta este relato que impresiona por su ternura, sus tinieblas, su huída, que es la nuestra, pues nos sentimos como él, subidos a ese tren que lo aleja hacia no se sabe dónde. 
Los que conocéis a Ignatius quedaréis maravillados con David. Si aún no habéis entrado en el mundo de John Kennedy O´Toole bien podéis comenzar por esta pequeña obra de obligada lectura. La Biblia de neón


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