TORTILLA DORMIDA
¡Vaya título para la receta!
Pues sí, dormida y bien dormida. Es un nombre que se le ocurrió a la "Jefa" al poco tiempo de cometer el error de pasar del gas a la vitro. Resultaba -al principio- que casi todo lo que hacía se le arrebataba (como decimos los castellanos); a mí me ocurría algo peor, el escalón siguiente: se me quemaban las cosas. Con el tiempo hemos ido aprendiendo las manías y los trucos de este fuego del demonio. En cuanto a la inducción, a esa no entro ni tan siquiera a ponerle adjetivos.
Pues eso, ya lo habréis adivinado. En esta casa de Dios llamamos tortilla dormida a la tortilla de patatas de toda la vida, hecha con parsimoniosa lentitud y a fuego bajo, muy bajo, para que quede cuajada pero no demasiado, o sea al punto. Pero en estos días de pan llevar lo del punto es cosa fina. Resulta que como bien sabéis se llevan la palma (los premios) las tortilla casi crudas, con el huevo que hay por dentro aún sin cuajar. En fin, a mí no me gustan demasiado crudas, pero tampoco en plan mazacote: o sea, al punto.
Me da un poco de cosa explicar en un blog español y para españoles cómo hacer una tortilla de patatas, pero veo que en la web hay miles de entradas, así que una más no cortará la digestión de nadie. Así que aquí tenéis la tortilla dormida de Lola.
Ingredientes (2 p)
- 4 huevos medianos o grandes (si son ecológicos mejor que mejor)
- Media cebolla.
- Una patata grande.
- Aceite de oliva virgen extra.
- Sal.
Elaboración
1.- Me gusta empezar por la patata y la cebolla, cortadas muy finas (delgadas) y pequeñas. ¿Por dónde iba a empezar si no?
2.- En una sartén mediana echamos el aceite, cuidando que cubra bien el fondo. Tiempo habrá de retirar posteriormente una parte del mismo. Dejamos que las patatas y la cebolla se hagan muy lentamente, cuidando que de ninguna manera queden doradas ni las unas ni las otras. Este paso nos llevará no menos de 15 minutos (por eso lo del título, pues nos dará tiempo a echarnos una siestecilla). Para evitar esa tentación cascamos los huevos y los batimos. Cuando ya estén a punto las patatas y la cebolla las incorporamos a los huevos batidos y le damos unas cuantas vueltas, sin miedo, que no se van a marear.
3.- Momento clave, incorporamos todo ello al aceite, que habremos reducido bastante, pues de lo contrario quedará la tortilla muy aceitosa y no queremos tal cosa (vaya, rima un poco). Un par de minutos y con ayuda de un plato o utensilio apropiado damos la vuelta a la tortilla. Podemos rectificar nuevamente el aceite (quitar o añadir, según veamos).
4.- Otro par de minutos y ya tenemos hecha la tortilla: manjar de dioses, sí señor. Pues venga, a comerla antes de que se enfríe.
Modelo fetén, el de la mayoría |
Modelo delgado, pues hay para todos los gustos |
Jajaja. Carlos dice que no hemos vuelto a comer una tortilla como Dios manda desde que tenemos vitrocerámica, y es cierto. Siempre las hace él, pero nada... Estoy tentada de comprar una saeten de hierro de Le Bruyer, exclusiva para hacer tortilla, a ver cómo resulta. Pero ya no sabe una dónde meter tanto cacharro, y encima para mico y mona...
ResponderEliminarYa lo pensaré. Besotes
Hola Cristino, muy interesante, como siempre con la expresión ajustada. Ahora bien, quiero reivindicar el invento de las siempre denostadas cocinas vitrocerámica y de inducción. Tampoco es tan difícil darles al botoncito y, sobre todo, hay que agradecerles que nos hayan librado de la bombona de butano, invento maléfico causa de todo tipo de lumbagos y deslomamientos. Bueno, nada que no se pueda arreglar con una buena dosis de tortillas dormidas y antiinflamatorios...
ResponderEliminarPrefiero la tortilla que los antiinflamatorios y en todo caso, si nos pasamos de dosis -de tortilla, naturalmente- un antiácido y va que chuta.
EliminarNo es mala esa marca que comentas, desde luego. Pero yo que tú lo que haría sería lo de "la nana", o sea que se la cantas durante la dormición. Por ejemplo esa que dice: A la nanita nana, nanita nana, nanita ea, mi niño está dormido, bendito sea, bendito sea.
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