LAS BALADAS DEL AJO. MO YAN.

Mo Yan es un autor perfectamente desconocido en nuestro medio, a pesar de tratarse de un escritor de un calibre excepcional, y a pesar igualmente, a día de hoy, de haber sido galardonado recientemente con el Nobel de Literatura.
Probablemente es más conocida la película Sorgo Rojo, que la novela del mismo nombre que la lugar al guion del film. 
Hablar del Mo Yan novelista es adentrarse en el exotismo que para un occidental suponen los lugares, paisajes, personajes y temas que trata en sus obras.




Las obras de Mo Yan pueden a grosso modo, clasificarse en dos facetas diferentes: por un lado están las obras con un enfoque realista, en relación con temas más o menos actuales de la China comunista actual, pudiendo incluir la novela que hoy comento, Las baladas del ajo, y también Rana (contraria a la política del hijo único); el otro grupo de obras más fantásticas, tiene como obras más destacadas Sorgo rojo, Grandes pechos amplias caderas y La vida y la muerte me están desgastando. De todas formas en todas sus obras trasciende la vida de la china rural y popular, sin dejar de dar pinceladas más o menos fuertes sobre la política del partido único, con un punto de vista claramente irreverente.

En los países de ideología comunista la economía dirigida a la producción en masa tuvo un claro iniciador en la URRSS y sus planes quinquenales. China aportó su inmenso grano de arena también. A través de esta especie de parodia sobre la superproducción de ajos, Mo Yan dirige sus dardos contra los corruptos dirigentes (intermedios) de este inmenso país.
Los hechos se desarrollan en un mítico condado rural, con el sugestivo nombre de Paraíso, que lo es -un paraíso-, para el cultivo de ajo. 
Los agricultores van a vivir mejor, por eso deben pagar por anticipado; reconvertir sus cosechas de otros años en la de ajos -que el gobierno comprará a muy buen precio- supone un precio que den pagar. Pero ¿qué ocurre cuando los ajos infestan todo, lo llenan todo, incluso los lugares que el gobierno dispone para su almacenaje? Miles y miles de agricultores viajan con sus lentos y abarrotados cargos buscando venderlos. Pero después de pagar tasas por todo, incluso por circular por las carreteras, vuelven a sus casas con el producto de su esfuerzo, que no tendrá otro final que el de pudrirse e infectar el ambiente con su poderoso efluvio.
Es una novela coral, con múltiples protagonistas, aunque el principal podría ser Gao Yang, que pugna por sobrevivir y llevar adelante a la familia (mujer, hija ciega e hijo recién nacido). No podemos olvidar tampoco a Gao Ma, un joven al que está vedado casarse con la muchacha a la que ama, obligado a transitar por un camino descorazonador, abocado al desastre total.
Los hechos comienzan por el final, cuando estos dos personajes, junto con otros, todos campesinos, son arrestados por la revuelta que provocaron al verse engañados con el cultivo de ajos. Poco a poco el autor va recorriendo hacia adelante y hacia trás -por caminos a veces alejados del principal- y tramando una urdimbre que desemboca en un final apocapítico. Y siempre, sobrevolando en todas las escenas, las baladas del personaje más paradismático, el rapsoda ciego Zhang Kou, que en los momentos de mayor dramatismo se torna en personaje real. 
La obra es aparentemente sencilla, de un lirismo cautivador, aunque desde el fondo trasciende una explosiva crítica del estamento dirigente chino, con su corrupción en cadena, que alcanza a los más insignificantes eslabones de esta gran cadena.
Sobre el Mo Yan conocedor del ser humano, me atrevo a decir que está a la altura de Faulkner (menos exótico éste), al Kafka más kafkiano, y apurando un poco (y sobre todo evidanto la mirada al ombligo europeo), recuerda en la distancia los grandes arquetipos shakespearianos.


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