LAS CORRECCIONES. Jonathan Franzen.
Como muchos otros -por lo que he leído en unos cuantos blogs- he conocido
esta novela por culpa de la última del autor: leí antes Freedom que
Las correcciones, a pesar de que ésta se publicó 10 años antes. Tenía
referencias claramente positivas de Franzen, pero no conocía su literatura.
Hace unos meses tuve la ocurrencia de regalar Freedom a Juanito “el de
don Ginés” (nombre con reminiscencias claras de cantaor, que lo es, aunque de
zarzuela más bien) y una vez leído me lo prestó: a ambos nos pareció muy bueno.
Entonces Juan compró Las correcciones y una vez leída la novela me la
prestó para que la leyera: a ambos nos pareció muy, pero que muy buena, incluso
mejor que la última publicada. Por eso gloso ésta y no aquélla.
Partimos de la base de que Franzen sabe lo que busca cuando escribe; de él
es la frase que ilustra los éxitos de sus novelas anteriores como “sesenta
reseñas en un vacío”. ¿Qué quería? Lo que todo el que escribe: ser autor de
culto, persona considerada en el mundo literario, ganar dinero, y por encima de
todo impresionar e intentar cambiar el mundo imperfecto en el que vive. ¡Total
nada!
Algo de la trama: Franzen muestra la vida de una familia del medio oeste
americano, los Lambert, acomodada aunque no tanto. Son una pareja y tres hijos, el
mayor Gary, que tiene cierto éxito en su carrera de especulador en la bolsa,
pero infeliz en sus relaciones familiares y depresivo para colmo; Chip, el
novelista en ciernes, que pierde su trabajo por tener relaciones sexuales con
una alumna, e inicia una penosa aventura en Lituania, pero que a la postre
conseguirá un equilibrio inesperado; Denise, la menor, chef de cocina,
bisexual, desafortunada en su matrimonio, enamorada de los que no debe, en fín, un
desastre de sentimientos fracasados. Y por encima de los hijos los padres. Él
es Alfred, ingeniero ferroviario en pleno declive físico y mental a causa de la enfermedad de Parkinson; ella, Enid,
un ama de casa meticulosa, que pretende reunir a la familia -todos los hijos
viven lejos, en la costa este americana- una última vez en Navidad. Y eso es todo, ni
más ni menos: el teatro del mundo, del mundo americano sobre todo, del mundo
capitalista, con sus grandezas y sobre todo sus miserias.
¿Qué resaltaría? La ambivalencia entre trama y comedia en un continuo
devastador; la figura del padre, plasmada magistralmente, aunque no desmerecen
el resto de los personajes principales; la demoledora evolución de las vidas de
todos ellos, inmersos en equivocaciones más o menos definitivas, de las que
intentan huir o sobreponerse; la mezcla de postmodernismo y clasicismo en el
estilo literario; etc, etc.
El título, Las correcciones, dice mucho. Los personajes que
deambulan por las páginas de esta novela -incluido el aprendiz de novelista que
corrige continuamente su imposible novela- corrigen su vida y las de los demás,
o lo intentan, o piensa hacerlo, que para el caso es lo mismo, aunque la vida
sigue su curso como si fuera guiada por un demiurgo evanescente.
En fin, demasiadas cosas como para no leer esta gran novela.
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