TORRIJAS DE CUARESMA
Es este un postre típico de Cuaresma, época en que ciertos alimentos estaban prohibidos en la mesa del buen católico.
De alguna manera, dada su contundencia, servía para llenar la pandorga a falta de propuestas más apetitosas. Debe llevar esta receta, o alguna similar, cinco siglos al menos entre nosotros, habiendo además escalado más altas esferas y viajado por muy diversas rutas hacia oriente y occidente, al norte y al sur, por tierra y por mar. Podemos encontrar muchas versiones europeas y por supuesto en los países americanos de habla castellana.
El fundamento es muy sencillo: se trata de (o trataba) de aprovechar el pan atrasado empapándolo en leche (o vino), aromatizándolo, endulzándolo y friéndolo (luego de ser convenientemente rebozado).
Estoy seguro que la mayoría de los lectores ha hecho este humilde y exquisito postre casero. Por si acaso encuentro alguno que lo desconozca, raro lo veo, ahí va la receta familiar.
Ingredientes:
- 1 barra de pan candeal de 2 o 3 días; en su defecto una barra de "pan especial para torrijas". Yo jamás usaría pan de molde.
- 1 litro de leche entera.
- 1/2 cáscara de naranja y 1/2 de limón.
- Canela (palo y en polvo).
- Azúcar al gusto (para la leche y para endulzar por encima la torrija). Puede servir como idea unos 250 g.
- Aceite abundante para freír, preferentemente neutro; puede servir de girasol y por supuesto de oliva si es suave.
- Dos huevos de tamaño mediano.
Elaboración:
1.- Ponemos a calentar la leche en un cazo, cuidando que llegue casi a ebullición, pero que no lo haga. Le habremos añadido unas tres cuartas partes del azúcar, las pieles o cáscaras de naranja y limón (cuidando rasparlas bien, cuidando de eliminar la parte blanca y amarga de por debajo) y un palito de canela o canela en polvo (depende de cómo quieras que sepa).
2.- Dejamos que se enfríe un poco y la vertimos en un recipiente grande y con fondo amplio, a ser posible de cristal, y ponemos en remojo los trozos de pan (previamente partidos en rodajas de aproximadamente centímetro y medio de espesor).
3.- Se pueden dejar unas horas, para que empapen bien, o unos minutos si estamos en plan agonías. Vosotros veréis.
Luego, una vez que se han batido sendos huevos, se van pasando por el huevo batido, con mucho cuidado, los trozos de pan (podemos ayudarnos de una estrelladera o similar). Habremos puesto al fuego la sartén, con abundante aceite.
4.- Vamos friendo cada torrija, a ser posible de una en una, y a mediada que van estando con ese color que veis en las fotos, las colocamos sobre un plato con papel absorbente para que absorba los restos de aceite.
5.- Ahora queda un último paso: endulzar un poco más la torrija. Le podemos añadir el resto del azúcar que nos quedaba, o hacer un jarabe con un pozo de agua y colocarlo por encima, o miel si sois golosillos, o azúcar impalpable, e incluso si tenéis ese instrumento infernal parecido a un soplete (pero ojo, de cocina, no vayáis a niquelarme la torrija) podéis caramelizarla un poco. Eso he hecho yo. Así que fin, y ¡a comérsela, que está con una pinta que para qué...!
Post scriptum: He estado guasapeando con mi amigo Carlos García, de Salamanca, que renegaba de entrar en el club del guassapeo pero al final ha caído. No sé como me habrá quedado esta entrada. En fin, todo sea por la ciencia. A él y a su santa Isabel dedico estas torrijas. Que aproveche.Abrazos.
Post scriptum: He estado guasapeando con mi amigo Carlos García, de Salamanca, que renegaba de entrar en el club del guassapeo pero al final ha caído. No sé como me habrá quedado esta entrada. En fin, todo sea por la ciencia. A él y a su santa Isabel dedico estas torrijas. Que aproveche.Abrazos.
Igualitas las hemos nosotros y han quedado para chuparse los dedos... que le pregunten a Javi, es uno de sus postres predilectos. Felices Pascuas Isabel y Carlos
ResponderEliminarDicen los clásicos que también se pueden bañar en vino. Yo nunca las hice así. En cuanto a lamiel, ahí si que hay muchos aficionados a darles la terminación con una capita de esta exquisitez. Acompañadas de una copita de Pedro Ximenez o un buen Oporto sería ya el desideratum.
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