Coquelicots

Coquelicots Madrid 1988. Un niño llora delante de un cuadro de Monet. El niño da patadas en el suelo. Se enrabieta. Grita y sigue llorando. Quiere llevarse ese cuadro a casa y no le dejan. Ese niño era yo. A los seis años tuve un flechazo con Monet. Mis padres nos llevaron a mi hermana y a mí a Madrid. Fuimos a ver una exposición de pintores impresionistas que incluía cuadros de Monet. Hace poco mi madre me recordó que me puse a llorar con bastante rabia cuando me dijeron que no podía llevarme ninguno de esos cuadros a casa. De pequeño pensaba que el mejor lugar para colgar un cuadro era la cocina. Mi razonamiento era sencillo. Si te gustaba mucho un cuadro, había que colgarlo en el sitio de la casa donde la familia pasara más tiempo. Para disfrutarlo más. En nuestro caso, ese lugar era claramente la cocina. Allí era donde mi madre hacía su magia. Allí desayunábamos, comíamos y cenábamos juntos. En la cocina leíamos cuentos, pintábamos y hacíamos manualidades (en...