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Un agosto agostado

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Un agosto agostado - A mi tía Toñi, que me regalaba libros totalmente inapropiados para mi edad.  Y yo siempre le estaré agradecido por ello.  Un día cualquiera de finales de agosto. Treinta grados a la sombra. Ya no veo el mar, está detrás de una pared.  Me da rabia pensar que llevo más de seis meses sin publicar en el blog de mi padre. Criar y trabajar. El dulce binomio con el que se nos pasan los días.  Una maravilla, pero poco propenso para la creación. Eso sí, algo he podido leer este verano: Ordine, Bradbury, Susskind... un batiburrillo de autores.  Pero no ha llegado la inspiración. Lo cierto es que no me ha pillado trabajando.  Pienso en una solución de emergencia: rescatar alguno de los relatos de mi padre. De repente, un gato maúlla en la profundidad del jardín y de la tarde.  Eso me recuerda algo.  Buceo y encuentro la respuesta rápidamente.  Un relato muy apropiado para leer en verano. O en otoño, o en primavera o en invierno.  Espero que lo disfrutéis tanto como yo. Y grac

Feliz Navidad y próspero 2024

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 FELIZ NAVIDAD Y PRÓSPERO 2024 - A mi ahijada Cloe, la niña más buena del mundo. Hace unos días leí que la vida es lo que transcurre entre una Navidad y la siguiente.  Sin duda, es una bonita forma de medir el tiempo. En estos días es habitual echar la mirada atrás; pensar un poquito en cómo ha ido el año que ahora termina; quizás valorar los (des)propósitos que (in)cumplimos y así renovarlos para el próximo año. También es inevitable pensar en los que ya no están con nosotros. En mi caso, este año he recuperado algunas de las tarjetas de Navidad que mi padre pintó algún año. Con esas tarjetas él y mi madre felicitaban las fiestas y el año nuevo a la familia y los amigos. Me ha hecho sonreír ese gato a la luz de la luna (portada de la tarjeta), que daba paso a un elfo y una acuarela de esos paisajes abstractos tan de mi padre (interior de la tarjeta): O aquella combinación para niños y mayores: un Papa Noel con su reno y un pajarito de su personal reinterpretación del arte japonés.  Au

Nuestro amigo Bob

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  NUESTRO AMIGO BOB -  A mi hermana Sandra y su piano. Gracias a ellos conocí a la mujer de mi vida.   ¡Se te van a salir los ojos de las órbitas!   Eso fue lo que me dijo mi madre cuando el barco pirata apareció en escena. Mis padres nos habían llevado a ver un musical a Madrid. Se trataba de “ Mar y Cielo ” de la compañía Dagoll Dagom. Era el año 1989 y yo tenía siete años. Fue una experiencia que me causó una honda impresión. Me despertó un súbito interés por aquella combinación de teatro y música. De hecho, fue por aquella época cuando me apunté por primera vez a la actividad extraescolar de teatro. Una afición que me acompañó durante todo mi periplo en los Maristas. Además de las risas, el aprendizaje, los nervios del estreno… ir a teatro era como tener un salvoconducto: te saltabas clases tanto para ensayar como para actuar en otros colegios. Gracias al teatro viajamos a bastantes colegios: Chamberí, San José del Parque, Buitrago del Lozoya, Burgos, Villalba...    Ade