DOÑANA, UN LUGAR APARTE
Asociamos Doñana con el lince ibérico y las aves migratorias. ¿Quién no ha visto fotografías de las bandadas de flamencos sobrevolando el humedal? Pero lo cierto es que aunque nos pueda el ánimo viajero, nuestro tiempo está limitado por las circunstancias del trabajo, la familia, los hijos, y es ineludible encontrar un equilibrio en el tiempo de ocio de todos los miembros de nuestra familia. Por ello resulta que es el verano la época del año en que con mayor probabilidad podremos hacer un viaje a lugar tan excepcional. Bien, pues lejos de sentir la pérdida que supone no poder contemplar las mil y una especies de aves, que pueblan el Espacio Natural de Doñana, punto de encuentro de sus rutas migratorias entre el Norte y el Sur, entre Europa y África, en verano podemos sacar partido a la visita, llegar a la esencia misma del parque, enclavado entre las desembocaduras de los ríos Tinto y Guadalquivir, entre las provincias de Huelva, Sevilla y Cádiz. El Parque Nacional